...

Por Florencia Ramos

 

Rayén y Pascual López, estudiantes de Ingeniería Comercial e Ingeniería respectivamente, son dos jóvenes que formaron parte de los 45.000 voluntarios seleccionados entre más de 300.000 postulantes para los Juegos Olímpicos de París 2024. Ambos fueron parte del 40% de voluntarios extranjeros que aportaron su energía, entusiasmo y trabajo para que el evento deportivo más grande del mundo fuera una experiencia inolvidable.

 

La idea de ser voluntarios en los Juegos Olímpicos comenzó hace más de dos años, cuando Rayén vio un video de una joven que participó como voluntaria en Tokio 2020. “Me inspiró mucho. Explicaba cómo ser parte de los Juegos Olímpicos, aunque no fueras deportista, era una experiencia inolvidable. Motivé a mi hermano en el proceso, quien también quiso y juntos postulamos cuando se abrió la oportunidad en marzo de 2023”, cuenta la estudiante de Ingeniería Comercial.

 

El hecho de haber estudiado en un colegio francés les dio una ventaja, ya que ambos manejaban perfectamente el idioma local y el inglés, algo clave para ser seleccionados. “La posibilidad de quedar era muy baja”, confiesan. Sin embargo, Rayén recibió la notificación en diciembre de 2023: había sido seleccionada como voluntaria en el deporte de vela en Marsella. Pascual también fue aceptado, pero como reserva, por lo que la confirmación tardó algunos meses más. Con la solicitud aceptada, se dirigió a París, lugar donde fue ubicado para su labor de voluntario, donde se alojó con conocidos de su ex colegio y colegas de su padre.

 

Antes de vivir la experiencia en París, ambos participaron como voluntarios en los Juegos Panamericanos de Santiago 2023, por lo que entendían el funcionamiento de un evento deportivo de gran envergadura y tenían mucha motivación por aprovechar esta experiencia en los Juegos Olímpicos.

"Fue muy entretenido, porque estuve mucho en el backstage, tanto en la marina viendo las competencias y entrenamientos, como en los hoteles donde compartía con los deportistas”, cuenta Rayén. A cada uno de los voluntarios se le asigna un rol clave en el evento. En este caso, la Estudiante UC trabajó en la gestión de transporte en Marsella, encargada de coordinar los trayectos de los deportistas desde sus alojamientos hasta la marina donde competían. Allí, “gestionaba el transporte para los comités olímpicos, asegurándome de que todo estuviera a tiempo y sin problemas”, explica. 

 

Por su parte, Pascual fue chofer de reserva, encargado de la flota de transporte en París. “Estaba disponible para trasladar a deportistas, jueces y miembros del comité olímpico entre los hoteles y las competencias. Al final del día, también recogíamos a quienes necesitaban transporte de regreso, como por ejemplo la familia olímpica. Fue una experiencia increíble, conocí a gente de todo el mundo y muchas historias fascinantes, desde presidentes de comités olímpicos hasta exmedallistas que compartieron sus experiencias conmigo”.

 

Rayén y Pascual describen lo vivido en París 2024 como una “aventura única”. Para Rayén, fue un mes en el que su vida cambió por completo. “Sentía que vivía en un mundo paralelo, una experiencia maravillosa que recomiendo a todos. Son oportunidades que te sacan de la rutina, te hacen ver el mundo desde otra perspectiva y te llenan de ganas de seguir haciendo cosas. Gracias a este voluntariado, mi vida fue fantástica por un mes”, dice. 

 

Pascual reflexiona sobre la importancia del trabajo en equipo. “Uno puede participar de mil maneras en un evento deportivo, no solo como deportista. Ser parte de todo este engranaje, apoyar desde nuestro rol y aportar este granito de arena para que todo funcione, y conocer a tanta gente increíble, fue una experiencia que nunca olvidaré”.

 

Para estos dos jóvenes de la UC, París 2024 no solo fue una oportunidad para estar en el corazón de los Juegos Olímpicos, sino también una lección de vida y una aventura que los marcó para siempre.